Los Manifestadores, el Miedo y la Paz

Los manifestadores no están aquí para los juegos del poder. Cuando los manifestadores se quedan atascados en el poder, se vuelven peligrosos –para ellos mismos y para los demás– porque se vuelven tiranos o víctimas, negándose su propia sensibilidad, en su intento de controlarlo todo y a todos.

Los manifestadores no están aquí para los juegos del poder. Cuando los manifestadores se quedan atascados en el poder, se vuelven peligrosos –para ellos mismos y para los demás– porque se vuelven tiranos o víctimas, negándose su propia sensibilidad, en su intento de controlarlo todo y a todos. Sin saber cuando ya basta, se obsesionan con el control para que nadie pueda controlarlos ni interferir en sus vidas. La naturaleza incontrolable de su energía hace que sea necesario para ellos confrontar y gestionar el miedo al rechazo social en todo momento, al nivel más primario, sin negarse nunca la posibilidad de hacer lo que sienten sólo porque tienen miedo a que pudiera molestar a alguien.

El miedo o inquietud que pudieran sentir ante la posibilidad de tomar alguna iniciativa puede ser una indicación clara de que deben intentarlo, aunque sólo fuera por la necesidad de que el miedo no les domine y acabe por determinar su manera de ser y de vivir. En la experiencia siempre hay una primera vez para todo, y en la primera vez nadie tiene garantía de nada, de ahí también esa combinación de miedo y excitación ante la cosas que experimentamos por primera vez. Siempre ha habido alguien que asumió la responsabilidad de desafiar nuestros miedos más profundos ante todo lo inexplorado y desconocido, porque si el Manifestador vive permanentemente dominado por el miedo, entonces ¿de dónde iba a sacar la templanza necesaria para potenciar la Paz de su espíritu?

El espíritu no puede estar en Paz si en tu mente tienes miedo a las consecuencias de hacer algo llevado por la fuerza que emana de tu propio interior. Si eres un Manifestador, el único modo de neutralizar el miedo es confrontándolo, y constatando si realmente necesitas hacer algo respecto a lo que causa tu miedo y provoca ansiedad ocupando también tu mente. Sólo entonces puede el Manifestador encontrar un lugar en su fuero interno en el cual reposa el espíritu marcadamente Yang de los seres humanos que son de este tipo. Se trata de una configuración energética donde el poder personal para emprender acciones innovadoras va acompañado de una forma de conciencia elemental que penetra en el mundo de manera independiente.

Todos los manifestadores que se atrevieron a hacer algo que nunca nadie había hecho llegan a saber algo que los demás ignoran, y pueden fácilmente utilizar ese conocimiento para asustar y/o manipular a los demás. De esta capacidad de manipular a otros a través del miedo surgió el poder que el tipo Manifestador ha tenido en el desarrollo de la civilización durante la mayor parte de la historia de la humanidad. Como en cualquier “Juego de Tronos”, no es necesario matar a todos para que todos teman que la fuerza destructora de la violencia caiga sobre ellos también. Sólo es necesario matar a uno delante a la vista de todo el mundo, y todos sabrán lo que tienen que hacer si quieren evitar que les suceda otro tanto. Este es el impulso ciego de la violencia potencial que hay detrás de la rabia del Manifestador; la determinación de morir matando como un animal asustado. Cuando el Manifestador se siente separado y tiene miedo, su rabia se expresa a voz en grito para que el miedo no permita que nadie le someta y le convierta en su siervo. Si muere, muere. Si no, siempre aprenderá algo.

Tratar de neutralizar el miedo mediante la rabia ciega también puede ser un modo de tomar conciencia de las energías tan primarias y elementales que encarnamos más allá de la apariencia de criaturas civilizadas que todos tenemos cuando se nos ve desde lejos, pero ese espíritu guerrero del Manifestador siempre le acarrea desventajas personales, resistencias y riesgos innecesarios cuando se deja dominar por él. Es preciso que confronte su miedo arcaico al rechazo y a la desaprobación, para poder transformar la violencia natural de su espíritu silvestre en un instrumento creativo que elimina las dependencias innecesarias que imposibilitan la paz y la colaboración.

A partir de la conciencia que toman de sí mismos cuando su espíritu encuentra paz en la aceptación de la naturaleza elemental y orgánica de todas las cosas, se estructura el mensaje que le permite informar a aquellos sobre quienes impacta con sus iniciativas.

Alokanand Díaz

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